sábado, 2 de febrero de 2019

Órganos de los Sentidos



Órganos de los Sentidos

Vista:

El órgano sensorial que se encarga de captar la luz en los vertebrados es el ojo. Es una estructura ovoide formada por varios tipos de tejidos dispuestos de tal manera que permiten la proyección y enfoque de la luz sobre una capa de células nerviosas que forman la retina, las cuales convertirán dichos rayos de luz en impulsos nerviosos que viajarán por el nervio óptico (par nervioso II) fundamentalmente hasta el núcleo geniculado del tálamo y desde ahí llegará la información a la corteza cerebral visual, localizada en la parte posterior del encéfalo



El ojo:

El ojo es la estructura que capta la luz reflejada por los objetos, la procesa y envía la información en forma de impulsos eléctricos al cerebro para su interpretación. Es una estructura redondeada y polarizada, es decir, tiene distinta organización según la zona. Desde la parte anterior hasta la posterior nos encontramos con la córnea, cámara anterior, iris, músculos ciliares y cristalino, cuerpo vítreo, retina, coroides, esclerótica y nervio óptico. Estas estructuras se reparten en tres túnicas concéntricas (excepto el cristalino): túnica fibrosa; túnica vascular y túnica nerviosa



La córnea:

La córnea es una lámina de tejido formado por cinco capas: epitelio corneal, membrana de Bowman, estroma, membrana de Descement y endotelio. El epitelio corneal es la capa más externa, es epitelio plano estratificado, contiene numerosas fibras nerviosas, es muy sensible, y tiene una gran capacidad de regeneración. El epitelio corneal se continúa lateralmente con el epitelio de la conjuntiva. Bajo el epitelio corneal nos encontramos con la membrana de Bowman. Esta membrana no está presente en todos los mamíferos y es una capa que contiene fibras de colágeno, pero no posee fibras elásticas. Bajo la membrana de Bowman está el estroma de la córnea. Esta capa es la más ancha y puede representar hasta el 90 % del espesor de la córnea. Es tejido conectivo con láminas de colágeno, fundamentalmente colágeno tipo I y IV, organizadas en capas y con orientación diferente en cada capa. En la parte inferior de la córnea tenemos la membrana de Descemet, que es la lámina basal del endotelio que viene a continuación, el cual está en contacto directo con la cámara anterior. La córnea se continúa lateralmente con con la esclerótica en una región de transición denominada limbo.





El iris:

Es la estructura ocular que separa la cámara anterior de la posterior y está unido en su parte periférica al cuerpo ciliar. En la zona central de iris hay una abertura denominada pupila, por la que entra la luz hacia el cristalino. La zona del iris próxima a la pupila se denomina pupilar y la más periférica se denomina ciliar. El iris es principalmente tejido conectivo laxo altamente vascularizado. Aquí los vasos tienen la misma estructura independientemente de su diámetro, no poseen capa muscular. La superficie posterior o más interna del iris es un epitelio de doble capa fuertemente pigmentado, lo que da el color a los ojos, que suele depender de la cantidad y disposición del pigmento. El iris actúa a modo de diafragma ajustable gracias a la presencia de dos músculos. El esfínter de la pupila se encarga de reducir el diámetro de la pupila. Es músculo liso inervado por fibras parasimpáticas del ganglio ciliar y tiene una disposición circular. El músculo dilatador aumenta el diámetro de la pupila. Está formado por células mioepiteliales organizados radialmente y está inervado por neuronas simpáticas del ganglio cervical superior.



La retina:

La retina es la estructura receptora de la luz y es la más interna de las túnicas oculares. Es resultado de una evaginación del sistema nervioso central producida durante el desarrollo embrionario. Esta evaginación se pliega en forma de copa de manera que tiene dos capas, una externa o pigmentada y otra interna o neuronal, que es la retina propiamente dicha. La retina neuronal está formada por neuronas fotorreceptoras que captan la luz y por otras neuronas que procesan la información para enviarla a través del nervio óptico al encéfalo. Posee hasta 10 capas de neuronas, siendo la más externa la de los fotorreceptores, los cuales se dividen en dos tipos según su forma: los conos y los bastones. Los conos son los responsables de la visión de los colores, mientras que los bastones captan intensidad de luz. Los conos están distribuidos por toda la retina pero son muy abundantes en la fóvea, un lugar de la retina donde el ojo enfoca la luz. Mover el ojo para ver un objeto supone mover la fóvea para que reciba la luz del objeto en el que estamos interesados. Los axones que forman el nervio óptico salen de la capa más interna de la retina por lo que deberán atravesar la retina en un punto para dirigirse al encéfalo. Este punto carece de fotorreceptores y es por tanto un punto ciego de la retina. No somos conscientes de este punto negro en nuestro campo de visión porque el cerebro se encarga de "ocultarlo".



Oído:

Lo que se conoce comúnmente como sistema auditivo o simplemente oído está formado por dos sistemas: auditivo y vestibular. El primero nos permite oír, es decir, captar sonidos, mientras que el segundo es responsable del equilibrio. El sistema auditivo se divide en tres compartimentos: oído externo, oído medio y oído interno.



Oído externo:

Está formado por el pabellón auricular u oreja y por el conducto auditivo externo, el cual comunica el medio externo con la membrana timpánica. El pabellón auricular es externo, de forma ovalada y formado principalmente por cartílago elástico y tegumento. Está recubierto por una epidermis fina y con numerosos folículos pilosos, aunque depende de la especie. El conducto auditivo externo tiene forma de tubo que empieza en el pabellón auricular y termina en la membrana timpánica.

Oído medio:

La función del oído medio es la conversión de las ondas del aire, que llevan la información sonora, en un movimiento mecánico de los huesos que se transmitirá al oído interno. El proceso comienza en la membrana timpánica o tímpano, que vibra junto con las vibraciones del aire que se transmiten desde el exterior por el conducto auditivo externo. Estas vibraciones de la membrana se transmiten directamente al hueso martillo, éste mueve al yunque y éste al estribo. El estribo está en contacto con el laberinto del oído interno (ver más abajo), donde se transforma ese movimiento en corrientes de fluido líquido. Esta comunicación entre estribo y el laberinto se hace a través de unos espacios del hueso denominados ventanas: ventana vestibular (oval) y ventana coclear (redonda). En la cavidad timpánica hay dos músculos, uno conectado al martillo y otro al estribo.



Oído interno:

Está formado por el denominado laberinto . Hay un laberinto óseo y un laberinto membranoso. El laberinto óseo está contenido en el hueso temporal del cráneo y está formado por los conductos semicirculares, el vestíbulo y la cóclea. En el centro del laberinto óseo está el vestíbulo, desde el que parten los canales semicirculares, los cuales son conductos dentro del hueso con forma semicircular. Hay tres: superior, posterior y lateral o externo. Las cavidades interiores de los canales semicirculares están conectadas con la del vestíbulo. Al otro lado de los canales semicirculares se encuentra la cóclea, también conectada con el vestíbulo. La cóclea o caracol es un conducto enrollado en espiral.



Gusto:

El sentido del gusto es el encargado de percibir sabores de sustancias, sobre todo posibles alimentos, que entran en la boca. Sin embargo, el sabor se percibe sobre todo por el olor, es decir, por el sentido del olfato. Las estructuras sensoriales encargadas de detectar el gusto se denominan botones gustativos y se localizan sobre todo en las papilas de la lengua. Las papilas son protuberancias de la superficie de la lengua, que pueden ser de tipo filiforme, foliadas, fungiformes y caliciformes. Los botones gustativos se suelen disponer en el ápice de las papilas fungiformes y en las partes laterales y profundas de las caliciformes. Los receptores que se encuentran en los botones gustativos hacen contacto sináptico con axones sensoriales primarios. Éstos axones entrarán al encéfalo por dos nervios: VII y IX, que inervarán el núcleo del tracto solitario, éste al núcleos del tálamo y desde ahí la información llegará hasta la corteza gustativa.

Lengua:

La lengua es el órgano donde se encuentran las papilas con los botones gustativos. Básicamente, la lengua es un músculo esquelético estriado encargado de mover la comida y, en algunos animales, de ayudar a la emisión de sonidos.



Los botones gustativos son las estructuras que contienen a las células encargadas de reconocer a las moléculas causantes de los sabores. Los botones gustativos se encuentran en las papilas de la lengua, pero también en otras partes de la cavidad oral como el paladar y la epiglotis. Tienen una forma como de cebolla (sin hojas) con la parte más apical en contacto con el espacio exterior. En ellos hay tres tipos de células. En la periferia se encuentran las de sostén o subtentaculares. Más internamente están las células neuroepiteliales gustativas, de las que suele haber de 10 a 14 por botón gustativo. Éstas son quimiorreceptores que reconocen a las moléculas gustativas y transducen la unión en señales que transmiten a las terminaciones nerviosas que las abrazan. Un tercer tipo celular son las células basales, localizadas periféricamente cerca de las lámina basal, propuestas como las células madre encargadas de ir reponiendo las células del botón gustativo que van muriendo.



La información que generan las células receptoras de los botones gustativos tras el estímulo de una molécula de sabor es recogida por diferentes nervios según la zona de la lengua donde se localicen dichos botones. Los situados anterior y medialmente están inervados por el nervio VII (facial), mientras que los más posteriores y los situados en la faringe lo están por el nervio IX (glosofaríngeo), los localizados en la laringe y epiglotis por el nervio X (vago). Estos nervios entran al rombencéfalo (cerebro posterior) a distinta altura, pero la información converge en el núcleo del tracto solitario del rombencéfalo, desde donde se manda la información a centros del tálamo, y desde ahí llega hasta la corteza gustativa.





Olfato:

Afecta a la alimentación, relaciones sociales, comportamiento predador, orientación espacial, maternidad, improntas parentales, etcétera. La importancia es clara puesto que cuando este sistema se lesiona (en roedores) se producen deficiencias en los patrones de sueño, sexuales, de agresividad, cuidado maternal y produce comportamientos similares a los estados de ansiedad. Los componentes básicos de la olfacción se han mantenido constantes durante millones de años. Es interesante observar que la organización del sistema olfativo en insectos es similar al de vertebrados, al menos en los elementos iniciales, y molecularmente es donde hay más semejanzas.

La olfacción comienza en el epitelio olfativo, que se encuentra en una zona de la cavidad nasal próxima al cráneo . El epitelio olfativo está formado por neuronas que poseen receptores que son estimuladas por las moléculas olorosas y que agrupan sus axones en el nervio olfativo (nervio I). Este nervio cruza el cráneo por la denominada placa cribosa y sus axones llegan al bulbo olfativo, parte rostral del encéfalo. Aquí, los axones de este nervio se dividen en grupos y terminan formando unas estructuras denominadas glomérulos olfativos, donde se transmite la información olfativa primaria a otras neuronas, sobre todo a las células mitrales.



Epitelio olfativo principal:

El epitelio olfativo principal es un epitelio pseudoestratificado formado por diferentes tipos celulares que en humanos abarca 1 cm2 aproximadamente. El principal tipo celular son las neuronas receptoras, las cuales son las responsables de reconocer a las moléculas olorosas, y excitarse produciendo una respuesta eléctrica. Son células bipolares que en su superficie libre (apical) contienen cilios o microvellosidades donde se localizan los receptores que reconocen a las moléculas olorosas. Cada neurona receptora expresa un solo tipo de receptor en sus membranas y en todo el epitelio puede haber miles de receptores olfativos diferentes. En el epitelio olfativo hay por tanto miles de poblaciones de neuronas sensibles a una señal olorosa. En su parte basal, las neuronas receptoras emiten un axón que abandona el epitelio olfativo y se une a otros axones para cruzar la placa cribosa camino del bulbo olfativo. Localizadas entre las neuronas receptoras están las células acompañantes, cuya principal misión dar soporte a las neuronas y probablemente para aislarlas eléctricamente también.



Sentidos cutáneos:

En la piel, el órgano sensorial más grande que tenemos, hay una serie de receptores que permiten obtener información del medio externo: estímulos mecánicos (tacto, presión, vibración), térmicos y dolorosos (daños mecánicos y químicos). Al contrario que en otros sentidos donde los receptores están concentrados en un órgano, estos tipos de información son captados por prolongaciones nerviosas terminales, libres o encapsuladas, que se distribuyen por toda la piel del cuerpo con diferente densidad según la zona. El mecanismo funcional es similar en todos ellos, un estímulo provoca deformación o cambios en la membrana del nervio que desencadena un cambio en la potencial de membrana que genera un potencial de acción que se transmite hasta el soma de la neurona, y desde ahí al sistema nervioso central.

Terminaciones libres:

Hay una variedad de terminaciones libres que están asociadas a determinados tipos de células . Por ejemplo, los discos de Merkel son terminaciones libres que adoptan una forma de copa para envolver a las células de Merkel de la epidermis. Los discos de Merkel son mecanorreceptores muy sensibles y de adaptación lenta, por lo que informan sobre estímulos prolongados. Son abundantes en la yema de los dedos y en los labios, aunque se localizan en toda la piel. También hay terminaciones libres que envuelven a los folículos pilosos denominadas terminaciones libres peritriquiales, que también son mecanorreceptoras. Estas terminaciones suelen ser de adaptación rápida, es decir, sólo detectan cambios mecánicos, incluso muy leves.




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