Órganos de los Sentidos
Vista:
El órgano sensorial que
se encarga de captar la luz en los vertebrados es el ojo. Es una estructura
ovoide formada por varios tipos de tejidos dispuestos de tal manera que
permiten la proyección y enfoque de la luz sobre una capa de células nerviosas
que forman la retina, las cuales convertirán dichos rayos de luz en impulsos
nerviosos que viajarán por el nervio óptico (par nervioso II) fundamentalmente
hasta el núcleo geniculado del tálamo y desde ahí llegará la información a la
corteza cerebral visual, localizada en la parte posterior del encéfalo
El ojo:
El ojo es la
estructura que capta la luz reflejada por los objetos, la procesa y envía la
información en forma de impulsos eléctricos al cerebro para su interpretación.
Es una estructura redondeada y polarizada, es decir, tiene distinta
organización según la zona. Desde la parte anterior hasta la posterior nos
encontramos con la córnea, cámara anterior, iris, músculos ciliares y
cristalino, cuerpo vítreo, retina, coroides, esclerótica y nervio óptico. Estas
estructuras se reparten en tres túnicas concéntricas (excepto el cristalino):
túnica fibrosa; túnica vascular y túnica nerviosa
La córnea:
La córnea es
una lámina de tejido formado por cinco capas: epitelio corneal, membrana de
Bowman, estroma, membrana de Descement y endotelio. El epitelio corneal es la
capa más externa, es epitelio plano estratificado, contiene numerosas fibras
nerviosas, es muy sensible, y tiene una gran capacidad de regeneración. El
epitelio corneal se continúa lateralmente con el epitelio de la conjuntiva.
Bajo el epitelio corneal nos encontramos con la membrana de Bowman. Esta
membrana no está presente en todos los mamíferos y es una capa que contiene
fibras de colágeno, pero no posee fibras elásticas. Bajo la membrana de Bowman
está el estroma de la córnea. Esta capa es la más ancha y puede representar
hasta el 90 % del espesor de la córnea. Es tejido conectivo con láminas de
colágeno, fundamentalmente colágeno tipo I y IV, organizadas en capas y con
orientación diferente en cada capa. En la parte
inferior de la córnea tenemos la membrana de Descemet, que es la lámina basal
del endotelio que viene a continuación, el cual está en contacto directo con la
cámara anterior. La córnea se continúa lateralmente con con la esclerótica en
una región de transición denominada limbo.
El iris:
Es la
estructura ocular que separa la cámara anterior de la posterior y está unido en
su parte periférica al cuerpo ciliar. En la zona central de iris hay una
abertura denominada pupila, por la que entra la luz hacia el cristalino. La
zona del iris próxima a la pupila se denomina pupilar y la más periférica se
denomina ciliar. El iris es principalmente tejido conectivo laxo altamente
vascularizado. Aquí los vasos tienen la misma estructura independientemente de
su diámetro, no poseen capa muscular. La superficie posterior o más interna del
iris es un epitelio de doble capa fuertemente pigmentado, lo que da el color a
los ojos, que suele depender de la cantidad y disposición del pigmento. El iris
actúa a modo de diafragma ajustable gracias a la presencia de dos músculos. El
esfínter de la pupila se encarga de reducir el diámetro de la pupila. Es
músculo liso inervado por fibras parasimpáticas del ganglio ciliar y tiene una disposición
circular. El músculo dilatador aumenta el diámetro de la pupila. Está formado
por células mioepiteliales organizados radialmente y está inervado por neuronas
simpáticas del ganglio cervical superior.
La retina:
La retina es
la estructura receptora de la luz y es la más interna de las túnicas oculares.
Es resultado de una evaginación del sistema nervioso central producida durante
el desarrollo embrionario. Esta evaginación se pliega en forma de copa de
manera que tiene dos capas, una externa o pigmentada y otra interna o neuronal,
que es la retina propiamente dicha. La retina neuronal está formada por
neuronas fotorreceptoras que captan la luz y por otras neuronas que procesan la
información para enviarla a través del nervio óptico al encéfalo. Posee hasta
10 capas de neuronas, siendo la más externa la de los fotorreceptores, los
cuales se dividen en dos tipos según su forma: los conos y los bastones. Los
conos son los responsables de la visión de los colores, mientras que los
bastones captan intensidad de luz. Los conos están distribuidos por toda la
retina pero son muy abundantes en la fóvea, un lugar de la retina donde el ojo
enfoca la luz. Mover el ojo para ver un objeto supone mover la fóvea para que
reciba la luz del objeto en el que estamos interesados. Los axones que forman
el nervio óptico salen de la capa más interna de la retina por lo que deberán
atravesar la retina en un punto para dirigirse al encéfalo. Este punto carece
de fotorreceptores y es por tanto un punto ciego de la retina. No somos
conscientes de este punto negro en nuestro campo de visión porque el cerebro se
encarga de "ocultarlo".
Oído:
Lo que se
conoce comúnmente como sistema auditivo o simplemente oído está formado por dos
sistemas: auditivo y vestibular. El primero nos permite oír, es decir, captar
sonidos, mientras que el segundo es responsable del equilibrio. El sistema
auditivo se divide en tres compartimentos: oído externo, oído medio y oído
interno.
Oído externo:
Está formado
por el pabellón auricular u oreja y por el conducto auditivo externo, el cual
comunica el medio externo con la membrana timpánica. El pabellón auricular es
externo, de forma ovalada y formado principalmente por cartílago elástico y
tegumento. Está recubierto por una epidermis fina y con numerosos folículos
pilosos, aunque depende de la especie. El conducto auditivo externo tiene forma
de tubo que empieza en el pabellón auricular y termina en la membrana
timpánica.
Oído medio:
La función del
oído medio es la conversión de las ondas del aire, que llevan la información
sonora, en un movimiento mecánico de los huesos que se transmitirá al oído
interno. El proceso comienza en la membrana timpánica o tímpano, que vibra
junto con las vibraciones del aire que se transmiten desde el exterior por el
conducto auditivo externo. Estas vibraciones de la membrana se transmiten
directamente al hueso martillo, éste mueve al yunque y éste al estribo. El
estribo está en contacto con el laberinto del oído interno (ver más abajo),
donde se transforma ese movimiento en corrientes de fluido líquido. Esta
comunicación entre estribo y el laberinto se hace a través de unos espacios del
hueso denominados ventanas: ventana vestibular (oval) y ventana coclear
(redonda). En la cavidad timpánica hay dos músculos, uno conectado al martillo
y otro al estribo.
Oído interno:
Está formado
por el denominado laberinto . Hay un laberinto óseo y un laberinto membranoso.
El laberinto óseo está contenido en el hueso temporal del cráneo y está formado
por los conductos semicirculares, el vestíbulo y la cóclea. En el centro del
laberinto óseo está el vestíbulo, desde el que parten los canales
semicirculares, los cuales son conductos dentro del hueso con forma
semicircular. Hay tres: superior, posterior y lateral o externo. Las cavidades
interiores de los canales semicirculares están conectadas con la del vestíbulo.
Al otro lado de los canales semicirculares se encuentra la cóclea, también
conectada con el vestíbulo. La cóclea o caracol es un conducto enrollado en
espiral.
Gusto:
El sentido del
gusto es el encargado de percibir sabores de sustancias, sobre todo posibles
alimentos, que entran en la boca. Sin embargo, el sabor se percibe sobre todo
por el olor, es decir, por el sentido del olfato. Las estructuras sensoriales
encargadas de detectar el gusto se denominan botones gustativos y se localizan
sobre todo en las papilas de la lengua. Las papilas son protuberancias de la
superficie de la lengua, que pueden ser de tipo filiforme, foliadas,
fungiformes y caliciformes. Los botones gustativos se suelen disponer en el
ápice de las papilas fungiformes y en las partes laterales y profundas de las
caliciformes. Los receptores que se encuentran en los botones gustativos hacen
contacto sináptico con axones sensoriales primarios. Éstos axones entrarán al
encéfalo por dos nervios: VII y IX, que inervarán el núcleo del tracto
solitario, éste al núcleos del tálamo y desde ahí la información llegará hasta
la corteza gustativa.
Lengua:
La lengua es
el órgano donde se encuentran las papilas con los botones gustativos.
Básicamente, la lengua es un músculo esquelético estriado encargado de mover la
comida y, en algunos animales, de ayudar a la emisión de sonidos.
Los botones
gustativos son las estructuras que contienen a las células encargadas de
reconocer a las moléculas causantes de los sabores. Los botones gustativos se
encuentran en las papilas de la lengua, pero también en otras partes de la
cavidad oral como el paladar y la epiglotis. Tienen una forma como de cebolla
(sin hojas) con la parte más apical en contacto con el espacio exterior. En
ellos hay tres tipos de células. En la periferia se encuentran las de sostén o
subtentaculares. Más internamente están las células neuroepiteliales
gustativas, de las que suele haber de 10 a 14 por botón gustativo. Éstas son
quimiorreceptores que reconocen a las moléculas gustativas y transducen la unión
en señales que transmiten a las terminaciones nerviosas que las abrazan. Un
tercer tipo celular son las células basales, localizadas periféricamente cerca
de las lámina basal, propuestas como las células madre encargadas de ir
reponiendo las células del botón gustativo que van muriendo.
La información
que generan las células receptoras de los botones gustativos tras el estímulo
de una molécula de sabor es recogida por diferentes nervios según la zona de la
lengua donde se localicen dichos botones. Los situados anterior y medialmente
están inervados por el nervio VII (facial), mientras que los más posteriores y
los situados en la faringe lo están por el nervio IX (glosofaríngeo), los
localizados en la laringe y epiglotis por el nervio X (vago). Estos nervios
entran al rombencéfalo (cerebro posterior) a distinta altura, pero la
información converge en el núcleo del tracto solitario del rombencéfalo, desde
donde se manda la información a centros del tálamo, y desde ahí llega hasta la
corteza gustativa.
Olfato:
Afecta a la
alimentación, relaciones sociales, comportamiento predador, orientación
espacial, maternidad, improntas parentales, etcétera. La importancia es clara
puesto que cuando este sistema se lesiona (en roedores) se producen
deficiencias en los patrones de sueño, sexuales, de agresividad, cuidado
maternal y produce comportamientos similares a los estados de ansiedad. Los
componentes básicos de la olfacción se han mantenido constantes durante
millones de años. Es interesante observar que la organización del sistema
olfativo en insectos es similar al de vertebrados, al menos en los elementos
iniciales, y molecularmente es donde hay más semejanzas.
La olfacción
comienza en el epitelio olfativo, que se encuentra en una zona de la cavidad
nasal próxima al cráneo . El epitelio olfativo está formado por neuronas que
poseen receptores que son estimuladas por las moléculas olorosas y que agrupan
sus axones en el nervio olfativo (nervio I). Este nervio cruza el cráneo por la
denominada placa cribosa y sus axones llegan al bulbo olfativo, parte rostral
del encéfalo. Aquí, los axones de este nervio se dividen en grupos y terminan
formando unas estructuras denominadas glomérulos olfativos, donde se transmite
la información olfativa primaria a otras neuronas, sobre todo a las células
mitrales.
Epitelio olfativo principal:
El epitelio
olfativo principal es un epitelio pseudoestratificado formado por diferentes
tipos celulares que en humanos abarca 1 cm2 aproximadamente. El principal tipo
celular son las neuronas receptoras, las cuales son las responsables de
reconocer a las moléculas olorosas, y excitarse produciendo una respuesta
eléctrica. Son células bipolares que en su superficie libre (apical) contienen
cilios o microvellosidades donde se localizan los receptores que reconocen a
las moléculas olorosas. Cada neurona receptora expresa un solo tipo de receptor
en sus membranas y en todo el epitelio puede haber miles de receptores
olfativos diferentes. En el epitelio olfativo hay por tanto miles de
poblaciones de neuronas sensibles a una señal olorosa. En su parte basal, las
neuronas receptoras emiten un axón que abandona el epitelio olfativo y se une a
otros axones para cruzar la placa cribosa camino del bulbo olfativo.
Localizadas entre las neuronas receptoras están las células acompañantes, cuya
principal misión dar soporte a las neuronas y probablemente para aislarlas
eléctricamente también.
Sentidos cutáneos:
En la piel, el
órgano sensorial más grande que tenemos, hay una serie de receptores que
permiten obtener información del medio externo: estímulos mecánicos (tacto,
presión, vibración), térmicos y dolorosos (daños mecánicos y químicos). Al
contrario que en otros sentidos donde los receptores están concentrados en un
órgano, estos tipos de información son captados por prolongaciones nerviosas
terminales, libres o encapsuladas, que se distribuyen por toda la piel del
cuerpo con diferente densidad según la zona. El mecanismo funcional es similar
en todos ellos, un estímulo provoca deformación o cambios en la membrana del
nervio que desencadena un cambio en la potencial de membrana que genera un
potencial de acción que se transmite hasta el soma de la neurona, y desde ahí
al sistema nervioso central.
Terminaciones libres:
Hay una
variedad de terminaciones libres que están asociadas a determinados tipos de
células . Por ejemplo, los discos de Merkel son terminaciones libres que
adoptan una forma de copa para envolver a las células de Merkel de la
epidermis. Los discos de Merkel son mecanorreceptores muy sensibles y de
adaptación lenta, por lo que informan sobre estímulos prolongados. Son
abundantes en la yema de los dedos y en los labios, aunque se localizan en toda
la piel. También hay terminaciones libres que envuelven a los folículos pilosos
denominadas terminaciones libres peritriquiales, que también son
mecanorreceptoras. Estas terminaciones suelen ser de adaptación rápida, es
decir, sólo detectan cambios mecánicos, incluso muy leves.
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